- ¡JACINTA! ¡APÚRATE! ¡VEN! ¡PERO CÓRRELE, MUJER!
La viejita se toma su tiempo, apaga la estufa, deja el secador en la mesita de la cocina y empieza a caminar con la carga de sus ochenta y tantos años rumbo a la recámara. Obviamente, cuando llega, ya se le pasó la erección al viejito.
- ¡Vieja pendeja! ¡Después de tantos años de que nada que se me para y tú te tomas tu tiempo para llegar!
La viejita se va a terminar la cena toda triste.
Dos días después, estando la viejita en la cocina de nuevo, vuelve a escuchar los gritos de su esposo desde la recámara:
- ¡Jacinta! ¡APÚRATE! ¡VEN!
La viejita avienta lo que está haciendo y empieza como puede a correr rumbo a la recámara. En el camino se va quitando la ropa, así cuando llega a la recámara ya va totalmente desnuda. El viejito la ve y le dice:
- ¡Vieja pendeja! ¡SE ESTÁ QUEMANDO LA CASA Y TU CON TUS PUTERÍAS!
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