- ¡Qué bárbaro, Manolo! ¡Sigues igualito que cuando estudiábamos!
- No, Jorge. Ya no soy el mismo. Mira nada más - mientras se quita el gorro que le protege contra el frío-. Ve nada más esto. ¡Me estoy quedando calvo!
- Bueno, hombre. Pero ¿eres casado?
- Sí
- Pues es que el remedio lo tienes a tu alcance. Mira, todas las noches antes de que te cojas a tu esposa, ábrele las piernas y restriega tu cabeza contra su coño. Sus jugos te ayudarán a que no se te caiga el cabello y que incluso te salga más.
- ¿En serio?
- Lo tengo probado.
- Bueno, me despido para ir a empezar a poner en práctica ese remedio.
- Hasta luego, Manolo.
Al despedirse, Jorge se quita el sombrero para saludarlo, revelando una calvicie increíble. Manolo lo ve y le dice:
- ¡Ya ni la jodes, Jorge! ¿Cómo me das ese remedio si ve nada más la calvicie que te cargas?
- Sí, pero fíjate nada más que bigote tengo.
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