La futura suegra le dice al futuro yerno:
- Dígame, joven. ¿Es usted mandilón?
- ¡No, señora! ¡Cómo creé!
- Qué lástima. Mi difunto marido no lo era, y le tuve que enseñar a vergazos.
- Dígame, joven. ¿Es usted mandilón?
- ¡No, señora! ¡Cómo creé!
- Qué lástima. Mi difunto marido no lo era, y le tuve que enseñar a vergazos.
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