Por
las calles de La Habana iba caminando una mujer cubana, al atardecer,
junto al Malecón. De pronto, detrás de una palmera le sale un negro
horrible y ella le grita:
- ¡Negro! ¡Peludo! ¡Cochino! ¡Apestoso!
- Si es adivinanza, ya sé lo qué es.
- ¡Negro! ¡Peludo! ¡Cochino! ¡Apestoso!
- Si es adivinanza, ya sé lo qué es.
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